«¡Infame! ¡Infame!»
Artículo publicado en la Real Gazeta Invicta el 2 de febrero de 1921
«¡Infame! ¡Infame!»
La moralidad de una nación depende de la moralidad de cada uno de sus súbditos, y cada uno de sus súbditos tiene la moralidad de la nación pesando sobre sus hombros. A nadie se le escapa que fue en este día de hace trece fatídicos años cuando se produjo el insumiso regicidio que nos arrojó a las turbulentas aguas que con tanta incompetencia nos hemos visto obligados a navegar. ¡Con qué tristeza recordamos la pérdida del Rey Carlos I y del Príncipe Heredero Luís Filipe! Con qué orgullo recordamos la acción de la Reina Amélia que, de pie, atacó a uno de los cobardes asesinos con la única arma que tenía: un ramo de flores, que le regaló ese mismo día una inocente niña de la nación. «¡Infame!», gritó, al momento, D. Amélia. «¡Infame!», debemos gritar ahora cuando nos enteramos del comercio ilegal que se ha extendido por nuestra querida Monarquía.
Ha llegado a conocimiento de esta redacción y, a través nuestro, al de nuestros honorables lectores, que se ha repetido la estafa que ya se estaba produciendo en torno a las reliquias de santos – ¡tantas eran las ventas de «milagros» que había santos con treinta, cuarenta dedos! Ahora, sin embargo, ¡la falsificación no es de huesos, sino de flores! Se rumorea que en las calles se venden pétalos, debidamente secados, que formaban parte del prodigioso ramo que lució la Reina Amelia en el que probablemente fue el momento más dramático de nuestra Historia. Y se han anunciado y vendido tantos que es fácil creer que nuestra reina tuvo al menos una docena de ramas en sus manos. Qué vil es el fraude que se aprovecha del patriotismo de aquellos a los que engaña. ¿Cuándo actuarán las autoridades? ¿Cuándo habrá una sentencia que castigue y amoneste a quienes incurren en prácticas tan nefastas? ¿No es tal pretensión no sólo una falsificación, sino también un delito contra nuestro país?
Estimados lectores, están advertidos de este engaño; informad a amigos, familiares y conocidos, con la certeza de que esta redacción permanecerá atenta y dispuesta a facilitar información. Acabemos con lo que sin duda es una infamia.
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