Apuntes sobre la ‘Leyenda #36 del Catálogo de la Exposición “Perygosas do Imperyo”’
En 1921, la Real Universidad de Oporto, por recomendación directa de la Reina María III, muy dedicada a las Artes y la Cultura, promovió una exposición de ejemplares de fauna y flora de todos los territorios donde “se había escuchado el sonido de la lengua portuguesa”. En definitiva, la reina nacida en el continente americano había coronado al mundo entero. Y como las palabras son peligrosas, concluiría que deben consistir en especímenes peligrosos. En esta exposición, entre los ejemplos que provocaron el asombro de los visitantes y los pedidos de reparación por parte de la prensa nacional y extranjera, un ejemplo llamó especialmente la atención y aún hoy es objeto de rumores. Traído del desierto de Namibe, al sur de Angola, el ejemplar de Welwitschia mirabilis, símbolo de resistencia y perseverancia en la supervivencia, impresiona por sus metros de altura y sus hojas gigantes. El ejemplar había indicado en su pie de foto que se encontraba seco y adecuadamente preparado para su exhibición, por lo que fue con asombro que comenzamos a notar que durante la noche las hojas de esta planta muerta seguían extendiéndose, dividiéndose exponencialmente, hasta alcanzar los límites de el cristal de la pantalla. Lentamente, durante la noche, comenzaron a escucharse golpes provenientes del expositor de la planta. Uno de los guardias nocturnos afirmó que la planta intentaba romper el cristal para escapar, no como un vegetal sino como un animal enojado, y renunció. El miedo comenzó a cundir en la ciudad y con el miedo vino un aumento de visitantes. El curador de la exposición optó por retirar el ejemplar de la exposición y se anunció oficialmente que había sido quemado en uno de los hornos del taller de la Universidad. Sin embargo, testigos aseguraron que ni ese día ni durante una semana funcionaron los hornos de la Universidad. Hasta el final de la Monarquía del Norte, después de que la exposición fue reemplazada y no quedó nada de ella, de vez en cuando los guardias nocturnos informaban que escuchaban ligeros golpes, como si hojas golpearan los cristales de las ventanas. Nunca se ha encontrado una explicación para estos sonidos.
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