Inês Montenegro

Manifiesto «A las Mujeres de Oporto», escrito y distribuido por la Dra. Augusta Rodrigues en 1921

1921 Oporto

A las Mujeres de Oporto

La República nos ha traicionado. Nosotras, que clamamos por ella, creyendo en la igualdad y en el respeto que nos traería; creyendo en la disolución de las debilidades jurídicas de las mujeres frente a los hombres; creyendo en la mejora de la vida de nuestras compañeras que trabajan en los campos y en las fábricas por la miseria con la que esperan sostener una prole a menudo inmensa y boquiabierta; ¡creyendo en el apoyo a la educación, que tanta falta hace a nuestro pueblo, a nuestras mujeres y a nuestros niños! Y, sin embargo, poco o nada de estos deseos hemos visto cumplidos desde que se implantó la República en el centro y en el sur de lo que hace tan poco era un país unido. ¿Dónde están las escuelas para las mujeres analfabetas de nacimiento? ¿Dónde están las guarderías para los hijos de quienes trabaja todo el día en las fábricas? ¿Dónde está el derecho al voto, a intervenir directamente en la política de nuestro país? Pensábamos, en nuestro candor, que la Monarquía era la causa del atraso que reinaba en Portugal. Pero luego llegó la República y, de todos los cambios que hemos visto, muy poco ha cambiado en lo que respecta a las mujeres y a los niños.

¿Saben, señoras, lo que dicen por esos lares? «Mujer que sabe latín y mula que relincha rara vez tiene buen fin». Puede uno afirmar, tal vez, que es un dicho tradicional. Y a eso respondo: En una sociedad cambiada, más ilustrada, más culta, ¿no debería haber caído ya en el olvido este refrán? Sin embargo, sigue vivo, reflejando los defectos que persisten independientemente del cambio de régimen.

Por eso les digo: la República nos traicionó. Y cuando nos traicionan, ¿no es nuestro deber moral reflexionar sobre nuestras creencias, nuestras convicciones, nuestras ideas? Considerar lo que falló, encontrar la falacia en nuestras certezas, ¿descubrir dónde se ayudó involuntariamente a la tiranía?

La culpa nunca fue de la Monarquía, sino de quienes se regodeaba en su poder. Identifiquemos a los individuos, las malas hierbas, y tratémoslos como a nuestros jardines. Concentremos nuestros esfuerzos para que las almas buenas no sean la excepción, sino una legión. No descartemos a nuestras buenas Cortes por incredulidad en su capacidad para albergar lo que por derecho pertenece a las mujeres. ¡Mirad el ejemplo de Su Majestad la Reina María III, las escuelas que fundó, las artes que apoyó, las industrias que patrocinó! Miren a las mujeres que se han alzado en espacios hasta ahora marcadamente masculinos: las empresarias del Duero, a las que tanto debemos por el cultivo del Saccharomyces monarchica, las artistas y musicólogas, alimento de nuestra alma, las militares y maestras, pilares inigualables en esta guerra que nos azota, las médicas y enfermeras, trabajadoras que lo dan todo por la Salud… ¿No son ellas, no somos nosotras, activistas de los valores e ideales que creíamos que sólo podríamos alcanzar a través de la República? ¿Y no vemos ahora abrirse el camino que esperábamos, no entre la sociedad Republicana que nos azota, incapaz de reconocer nuestra independencia, sino entre la Monarquía, que tan equivocadamente despreciábamos hace unos años?

Reflexionen, señoras, y consideren el camino que ya hemos recorrido, y el que nos queda por recorrer. La República nos traicionó al mismo tiempo que la Monarquía nos tendía la mano.

Dra. Augusta Rodrigues

Cirujana, Hospital Real de Santo António

"Comité de Juventud Universitaria Femenina", by Jimena Quirós
Referencias

Osório, Ana de Castro. (2022). À Mulheres Portuguesas. Projeto Adamastor

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