Crimen de la Rua das Flores, o La Maldición de los Alcaloides
Mário Sampaio, un niño de 14 años, fue asesinado en 1890. No fue el único caso en la familia, ricos comerciantes de lino: antes de la muerte del niño, y tras el matrimonio de su tía Maria das Dores, se sucedieron una serie de muertes de parientes directos de Maria das Dores – un nombre tan apropiado –, entre ellas las de Guilherme y José, padre y tío de Mário, respectivamente. El caso fue mediático, seguido con avidez por el público y muy discutido, esencialmente por dos razones: la crueldad de los actos y la innovación de las pericias. En efecto, las sospechas recayeron sobre el tío del muchacho, Vicente Urbino de Freitas, marido de Maria das Dores, acusado de querer apoderarse de la fortuna familiar a través de su esposa. La frialdad y la crueldad con que (supuestamente) orquestó la muerte de adultos y niños para conseguirlo ha generado innumerables polémicas, al igual que el hecho de que fuera un prestigioso médico-cirujano, profesor de la Facultad de Medicina de Oporto y, por tanto, a quien acudían las víctimas cuando empezaban a aparecer los síntomas del envenenamiento.
Podría haber salido indemne, enriquecido por una cuantiosa herencia. Sin embargo, las probabilidades no estaban a su favor: como las pruebas eran circunstanciales, se llamó a un equipo del Laboratorio Químico Municipal, dirigido por el profesor Ferreira da Silva, para que realizara un examen pericial de los cuerpos de las víctimas. Tres años después, y tras una guerra mediática fomentada por la defensa de Urbino de Freitas, formada por expertos académicos de Coimbra y renombrados químicos alemanes, los análisis toxicológicos avalarían la condena del insigne médico de Oporto. El informe forense del equipo de Ferreira da Silva reveló la presencia de morfina, delfinina y narceína en las vísceras y la orina del joven Mário en niveles lo suficientemente altos como para causar la muerte. Al realizar pruebas que representaron un notable avance en la Química Forense y Toxicológica, el innovador informe de Ferreira da Silva se convirtió en una referencia de estudio, y el Laboratorio que dirigía siguió siendo solicitado para peritajes en casos medicolegales. ¡Nasce la Toxicología Científica en Portugal!
Sin embargo, el asunto no quedó ahí. Condenado en 1984, Urbino de Freitas fue deportado a Brasil, donde se le prohibió ejercer la medicina. Murió en Portugal, declarándose siempre inocente y contando únicamente con la devoción incondicional de su esposa, Maria das Dores. Descontenta con la suerte de su marido, de cuya inculpabilidad nunca había dudado, maldijo al Laboratorio Químico Municipal al conocer el veredicto, evocando criaturas que poco tenían de divinas, e incluyendo en su maldición todo el material utilizado en la pericia, destacando «la malhadada caja de frascos y viales», en referencia a la caja de alcaloides utilizada por Ferreira da Silva durante el proceso Urbino Freitas.
Tuviera o no efecto la maldición, lo cierto es que el Laboratorio Municipal cerró en 1907, pasando a formar parte de otras instituciones, y el propio edificio acabó siendo demolido para dar paso a la Avenida dos Aliados hacia 1916. Los más escépticos dicen que no significa nada, ya que la colección de aparatos, utensilios y biblioteca no se perdió, sino que pasó a formar parte del Laboratorio de Química Analítica de la Academia Politécnica, creado en 1910, e integrado en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Oporto (futura Universidad Real de Oporto) al año siguiente. Lo que estos incrédulos no pueden ni saben explicar son los temblores que suelen producirse en los frascos que contienen los alcaloides de Ferreira da Silva, presenciados tanto por Su Majestad la Reina Augusta Vitória, en 1918, como, más tarde, por Su Majestad la Reina María III, en 1920, ambas en visitas oficiales para desarrollar y promover las Ciencias del Reino. «Algún pequeño terremoto», declaró la reina María III, suavizando los ánimos de los presentes.
No obstante, los que trabajan en el laboratorio dicen que a veces oyen la voz de un niño pidiendo socorro, o declaraciones indignadas de inocencia, ambas procedentes de la «la malhadada caja de frascos y viales».
https://museuvirtual.trp.pt/pt/processos-emblematicos/vicente-urbino-de-freitas
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